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Saberes necesarios para vencer la ilusión del saber

Actualizado: 26 jul 2021


2019 / Portal Moverse Humano. Por Marcelo Ducart



No te sientas "absolutamente" seguro. La Ciencia es su falibilidad. La presente recomendación, se halla en directa relación con la posibilidad de enmendar errores, de reformular premisas y de revisar la metodología utilizada. Es menester advertir que las creencias no se discuten y aportan seguridad, sin embargo no es conveniente que supriman las preguntas.

No pienses que vale la pena ocultar tus errores y fracasos, pues con toda seguridad saldrán a la luz. Un consejo que estimula a la honestidad intelectual y personal. Podemos intentar ocultar pruebas para que otros no se vean decepcionados ni con nosotros ni con nuestras teorías, pero la mayor decepción es la falta de transparencia. Los científicos proponen falsar las hipótesis, buscar la refutación, encontrar la evidencia en los contra-ejemplos.


Nunca te desanimes pensando que no vas a tener éxito. Muchos obstáculos son proyecciones camufladas de nuestra mente/cerebro. Además: ¿Vale la pena ser exitoso? Tanto en la vida privada, como en la deportiva o científica, incluso una catarata de errores tiene saldo positivo. Cada refutación nos enseña por donde ya no debemos ir, eso no es poca cosa.


Cuando te encuentres con oposición a tus ideas, esfuérzate por vencer con argumentos y no con autoridad, pues la victoria que depende de la autoridad es irreal e ilusoria. Un verdadero obstáculo nos obliga a reforzar nuestros argumentos y reformularlos. A planear otras instancias de demostración, a hacer más transparentes los procesos de verificación. Un agudo opositor es un tesoro que no debemos perder, constituye un capital invalorable dentro del proceso de desentrañar la verdad.


No seas sumiso ante la autoridad de otros, pues siempre se encuentran otras autoridades en contrario. El argumento de autoridad es el último de los argumentos, pero es un argumento. No tenerlos en cuenta demostraría una actitud pretenciosa, soberbia y temeraria de parte nuestra, pero por el contrario, darles un valor superlativo puede conducirnos a la inhibición y a la parálisis científica. La propuesta: Interrumpir, resistir y habilitar la novedad.


No uses el poder para censurar opiniones contrarias a lo que piensas, pues si lo haces las opiniones acabarán reprimiéndote a vos. La opinión que es un grado menor de conocimiento. Toda opinión colapsa ante el conocimiento probado, se rinde ante la evidencia. Sin embargo, la opinión puede servir para abrir caminos que pueden resultar de interés, y hasta algunas veces se presentan como alternativas posibles al conocimiento instaurado.

No temas ser excéntrico en tus opiniones, pues todas las opiniones aceptadas ahora alguna vez fueron excéntricas. Excentricidad: cuando alguna proposición se sale de los cánones habituales. En ciencia ocurre a menudo. La educación a la que estamos habituados en todos los niveles, pocas veces premia la creatividad y las ocurrencias nuevas. En general participamos en sistemas educativos que premian la memorización, la producción en cadena y la ley del menor esfuerzo. No es raro que haya alumnos, y también maestros o profesores, que manifiesten encontrarse absolutamente aburridos en ese esquema de cosas. Ser excéntrico, es decir haberse salido del centro habitual, permite ver las cosas desde perspectivas diferentes y a menudo originales.

Encuentra placer en el disenso más que en la aceptación pasiva, pues si valoras la inteligencia como se debe, lo primero implica una más profunda aceptación que lo segundo. Somos muy dependientes de la adulación, nos encanta que nuestras realizaciones sean reconocidas y valoradas por los demás. Se trata de un mecanismo de refuerzo que le hace bien a nuestro cerebro social, pero nos llena de vanas preocupaciones. Dar cabida al disenso, a la opinión en contrario, a los argumentos que se nos oponen, es valorar la inteligencia del otro, y además valorar nuestra propia inteligencia.


No sientas envidia de la felicidad ajena, ya que retrasas la tuya. Es muy presuntuoso juzgar acerca de los otros. La gloria fugaz, el prestigio dudoso, la riqueza acumulada, son espejos borrosos que nos distorsionan la mirada. La felicidad es silenciosa y sutil, tiene un gran parecido con la paz; no es presuntuosa ni engreída, tiene un gran parecido con el amor; no profiere gritos ni carcajadas, se parece mucho al silencio. Y… sí, acaso aparezca un tonto hablando acerca de su propia felicidad… Cuidado. Evitemos compararnos y envidiarnos. Ante todo tengamos en cuenta los infinitos matices de una vida inmersa en la complejidad y la incertidumbre.

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