Marcelo Ducart
Tan sólo una línea...
Reflexiones en torno a la figura del arquero de fútbol

Tan sólo una línea separa la vida y la muerte, el éxtasis y el ocaso, los días y las eternidades. Hoy siente más el desarraigo. El aislamiento, el de los hijos que nacieron con mucho y se quedaron sin nada. Huérfanos y sin otro arraigo que el de la intemperie de la soledad y la furia de la derrota.
Un vértigo ante la vida:
-"Yo miraba cómo la pelota rodaba, por encima de la línea…".
Temores encerrados a lo largo de una fina y tímida frontera blanca que lo divide todo. La serenidad y el nerviosismo. La certeza y las dudas. La posibilidad y la desesperanza. El destino asumido a solas.
¡Cuán difícil es ahuyentar ese vacío que te persigue cada vez que te lanzas al suelo con la intención de parar una pelota que va a gol. Ahí está él, dueño y señor de esa pequeña parcela del terreno de juego. Fuera de ella, el libre albedrío... con la certeza de que antes o después, siempre será una víctima del gol, ya que es el último encargado de evitar lo que a veces, es inevitable.
Nadie se fija en el arquero hasta que los delanteros del equipo contrario avanzan hacia el arco. Pero sabe mejor que nadie, que está tan apegado al área como otros lo están a la esclavitud de los deseos ajenos y la incertidumbre de los propios. Son solo miedos. Están ocultos, inciertos. inexpugnables, perennes y sin salida. Erráticos, como los pensamientos de una cuarentena obligatoria. Pero también salvadores, cuando reviven la felicidad al momento que todos apuestan al fracaso.
Mis felicitaciones a todos los arqueros del mundo, porque sin ellos el fútbol perdería la belleza de lo diferente...
Marcelo
PD. A propósito del libro de Peter Handke: "Miedo del arquero al penal" (2006)